Se ha escrito bastante sobre lo que se conoce como la “Soledad del CEO”. Producto de la pandemia, el tema ha reflotado de manera recurrente en conversaciones y seminarios.

En mi experiencia profesional me ha tocado trabajar por más de 25 años con CEOs de diversas empresas. Primero trabajé con ellos como colaborador, luego como proveedor, contralor, asesor, y ahora último como director.

Paso mucho tiempo hablando con CEOs. Incluso algunos de ellos han llegado a ser mis amigos.

En todos los casos he notado algo. Los CEOs en general son personas extremadamente ocupadas, pero a pesar de eso, muchas veces se sienten solas.

Se sienten solas porque a diferencia de otros cargos, no tienen a un par al lado con quien compartir sus problemas y preocupaciones, y menos a alguien a quien pedir consejo y ayuda.

En una conversación reciente, le pregunté a mis cercanos sobre a quién debían acudir los CEOs cuando necesitan compartir sus ideas o expresar sus emociones respecto de su trabajo.

Las respuestas fueron variadas. Desde mi primera insinuación respecto de que los Directorios podrían ser más acogedores con sus propios CEOs, llegando a la participación de Coaches que pueden ayudarlos a mirar retrospectivamente y entender las razones de sus preocupaciones.

Entre las otras opciones aparecieron también: CEOs de otras empresas, psicólogos, personas que no dependan directamente de él/ella, amigos, hijos y varios más. Sin embargo, una de las respuestas que más me gustó fue aquella que se abstrajo completamente del rol tradicional del CEO, investido como gran autoridad inmaculada que hay que venerar y que nunca se equivoca. Por el contrario, planteó simplemente que podían acudir a otras personas que los vieran como personas normales.

La respuesta fue algo así como “a personas de carne y hueso que dejen de verlos como CEOs, que permitan ver que la responsabilidad no es poder, que el error es saludable, que el propósito de liderar equipos es de los regalos grandes que te ganas en la vida y que transitar por emociones y desafíos es una constante con la cual navegar en un mundo que cambia en milésimas de segundos”.

En la práctica de negocios de Elevartis, tratamos de mantener ese principio. Vemos a nuestros clientes primero como personas y los ayudamos a descubrir que el éxito de una organización no depende solo del modelo de negocio, de los procesos o de la tecnología, sino que en gran medida depende de la capacidad que tengan sus líderes de conversar y conocer las motivaciones y preocupaciones del resto. Lo mismo aplica tanto para el CEO como para el apoyo administrativo.

Un CEO que es capaz de oír y pedir opiniones, sin por ello vacilar a la hora de tomar decisiones, es un CEO que se ganará el respeto y la confianza del resto. Y además dejará de sentirse solo.

¿Y en tu caso, a quién crees que deberían acudir los CEOs cuando sienten la necesidad de conversar sobre los desafíos que enfrentan a diario?

Rodrigo Peña

CEO Elevartis

Ayudo a CEOs a lograr sus objetivos estratégicos. Asesoro empresas en procesos de M&A y valorización de negocios.

Director, asesor y ejecutivo de empresas tecnológicas.

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