En una columna anterior usamos algunos conceptos de la navegación para graficar la diferencia entre seguir un rumbo y preparar un plan. En navegación, el rumbo es la dirección que sigue la embarcación en un determinado momento respecto de un punto de referencia, generalmente un meridiano o el norte geográfico. El plan, en cambio, es la preparación completa que realiza el capitán para enfrentar los imprevistos que podrían presentarse a lo largo de la travesía y llegar de manera segura a puerto.Al hacer un plan, además de definir a dónde queremos llegar, debemos preocuparnos de cómo hacerlo con éxito. Pensar que para ir del punto A al punto B, la línea recta es siempre la mejor opción es un error, y esa estrategia en contadas ocasiones sale bien, tanto en la navegación, como en los negocios.¿Cómo hacemos para avanzar de manera consistente con nuestro plan estratégico y al mismo tiempo manteniendo la flexibilidad para cambiar de rumbo cuando es necesario?Para responder esta pregunta, nos referiremos a algunos aspectos claves que todo plan estratégico debería considerar y que ayudarán a desarrollar con éxito la fase de ejecución.Primero que todo, una empresa que desea ser exitosa al ejecutar su plan estratégico debe ser capaz de mantenerse cohesionada y alineada en la búsqueda del objetivo. Eso es lo que llamamos el propósito. No basta con que cada tripulante conozca el objetivo, sino que además debe compartir con sus colegas el deseo, las ganas y la voluntad de llegar al mismo destino.Este alineamiento es fundamental para mantener unida a la tripulación, y esto generalmente se logra apelando a factores más emocionales que racionales. En esto el relato, la épica y la mística con que se presenta el propósito de la misión es fundamental, y es deber de los líderes mantener vivo ese relato. En ElevarTIs creemos que la existencia de un propósito compartido es una condición fundamental para que la organización logre una ejecución estratégica exitosa.Cuando se trata de grupos pequeños, esto es relativamente sencillo de lograr, ya que la cantidad requerida de interacciones entre los involucrados es un número relativamente bajo y manejable. Sin embargo, cuando se trata de grupos grandes, la situación cambia radicalmente. Diversos estudios muestran que el cerebro humano tiene un límite cuando se trata de colaborar en grupo y ese límite es de aproximadamente 150 individuos.En ese escenario, no basta solamente con una “buena comunicación” entre los líderes y los equipos, sino que además se necesita contar con un relato compartido que dé cuenta de un propósito común que aliente a la organización a avanzar como un todo cohesionado en la consecución de los objetivos.En ElevarTIs ayudamos a nuestros clientes a encontrar ese propósito y lo incorporamos como una actividad relevante de la planificación estratégica.Sigue leyendo: Planificación Estratégica – La Propuesta de Valor

Rodrigo Peña

CEO Elevartis

Ayudo a CEOs a lograr sus objetivos estratégicos. Asesoro empresas en procesos de M&A y valorización de negocios.

Director, asesor y ejecutivo de empresas tecnológicas.

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